Bítacora Capítulo XII

Estimados compañeros

La coronela Hildegar está en su salsa en Marte dando ordenes y ejecutando maniobras ya que no acciones de guerra. La jefatura thorbod de Marte está más blanda que un queso y casi no me deja abandonar la pantalla para tomar un bocado. Que le parece ésto a su Excelencia, aquello a su Excelencia, que si a sus ordenes siempre. Empalaga un poco tanto servilismo, la verdad. La humanidad nahumita, con quienes nos confunden, tiene que ser terrible.

De los pocos hombres grises que ha dado tiempo a que pasaran por el "secador" nada hemos sacado en limpio sobre el atentado contra los otros humanos. No sabemos aún si se trataba de acabar con ellos, y el motivo, o de atentar contra nosotros.

Decido partir hacia la luna dejando a los thorbod de Marte sin naves y sin armamento pesado, pero llevando como "invitados" al almirante thorbod que recogimos después de la batalla en el extrarradio del sistema solar y al almirante que regía Marte junto con sus ayudantes. A ver si obtenemos un completo informe de su historia en este sistema solar.

Entretanto leo el resumen que el profesor Ferrer ha preparado, se titula: "Informe previo de la situación de la tierra alternativa en 2005 según los emisiones de radio y televisión captadas en la esferonave "Descubrimiento" con el anexo del mapeado del planeta". Lo que más llama la atención es la similitud extraordinaria entre esta tierra y la tierra que tuvo que abandonar el primero de los aznares. Pero inmediatamente saltan a la vista las diferencias, se trata de un mundo unipolar dónde EE.UU. es la única potencia mundial subordinando directamente a Inglaterra, Canada, Nueva Zelanda y Australia, el profesor Ferrer dice que al conjunto podiamos llamarlo "Oceania", no sé, suena a novela.

Voy a ver si descando. He pedido que me despierten cuando estemos a un segundo luz de la luna o si hay alguna novedad importante.

Desde el puente de mando de la esferonave "Descubrimiento"

El contralmirante F Bonal

Comentarios

Entradas populares de este blog

Bítacora Capítulo VI